¡Alabado y glorificado seas, oh mi Dios! Te suplico, por los suspiros de Tus amantes y por las lágrimas derramadas por aquellos que anhelan contemplarte, que no me niegues Tus tiernas mercedes en Tu Día, ni me prives de las melodías de la Paloma que exalta Tu unicidad ante la luz que irradia Tu rostro. Soy un desdichado, oh Dios; mírame aferrado a Tu Nombre, Quien todo lo posee. Estoy seguro de perecer; mírame asido a Tu Nombre, el Imperecedero. Te imploro, pues, por Tu Ser, el Exaltado, el Altísimo, que no me dejes a merced de mí mismo ni de los deseos de una inclinación corrupta. Retén mi mano con la mano de Tu poder, líbrame de las profundidades de mis fantasías y vanas imaginaciones, y purifícame de todo lo que Tú detestas.
Haz, por tanto, que me vuelva completamente hacia Ti, que ponga en Ti toda mi confianza, que Te busque como mi refugio y que huya hacia Tu rostro. Tú eres, verdaderamente, Aquel que, mediante la fuerza de Su poder, hace lo que desea y, mediante la potencia de Su voluntad, ordena lo que elige. Nadie puede resistir la acción de Tu decreto; nadie puede desviar el curso de Tu designio. Tú eres, en verdad, el Todopoderoso, el Todoglorioso, el Más Generoso.
-Bahá'u'lláh¡Gloria sea a Ti, oh mi Dios! Si no fuera por las tribulaciones sufridas en Tu camino, ¿cómo podría reconocerse a quienes verdaderamente Te aman? Y, si no fuera por las pruebas sufridas por amor a Ti, ¿cómo podría revelarse la posición de aquellos que Te anhelan? ¡Tu poder me lo atestigua! Las lágrimas que derraman son la compañía de todos cuantos Te adoran, y los lamentos que profieren, el consuelo de los que Te buscan, y los pedazos de sus corazones rotos, el alimento de los que se apresuran por encontrarte.
¡Cuán dulce es para mí la amargura de la muerte sufrida en Tu camino, y cuán preciados, a mi parecer, los dardos de Tus enemigos cuando se reciben en aras de la exaltación de Tu palabra! Permíteme beber en Tu Causa, oh mi Dios, todo lo que Tú has deseado, y haz descender sobre mí, en Tu amor, todo lo que Tú has ordenado. ¡Por Tu gloria! Solo deseo lo que Tú deseas, y anhelo lo que Tú anhelas. En Ti he puesto, en cada momento, toda mi fe y confianza.
Te imploro, oh mi Dios, que prepares como ayudantes de esta Revelación a quienes hayan de considerarse dignos de Tu nombre y de Tu soberanía, para que me recuerden entre Tus criaturas e icen los emblemas de Tu victoria en Tu tierra.
Potente eres Tú para hacer lo que Te place. No hay Dios sino Tú, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo.
-Bahá'u'lláh¡Glorificado eres, oh Señor, mi Dios! Toda persona de discernimiento confiesa Tu soberanía y Tu do-minio, y todo ojo perspicaz percibe la grandeza de Tu majestad y la fuerza irresistible de Tu poder. Los vientos de las pruebas son incapaces de impedir que quienes gozan de Tu cercanía vuelvan el rostro hacia el horizonte de Tu gloria, y las tempestades de las tribulaciones no podrán alejar a quienes están totalmente consagrados a Tu voluntad ni evitar que se acerquen a Tu corte.
Pareciera que la lámpara de Tu amor ardiera en sus corazones, y que la luz de Tu ternura estuviera encendida en sus pechos. Las adversidades son incapaces de alejarlos de Tu Causa y las vicisitudes de la suerte jamás podrán desviarlos de Tu voluntad.
Te imploro, oh mi Dios, por ellos y por los suspiros que exhalan sus corazones en su separación de Ti, que los protejas del daño de Tus adversarios y que alimentes sus almas con lo que has ordenado para Tus amados, a quienes no sobrevendrá temor ni pesar alguno.
-Bahá'u'lláh¡Oh Tú, Cuyas pruebas son un remedio curativo para quienes están cerca de Ti, Cuya espada es el deseo ardiente de todos los que Te aman, Cuyo dardo es el más caro deseo de los corazones que Te anhelan, Cuyo decreto es la única esperanza de quienes han reconocido Tu verdad! Te imploro, por Tu divina dulzura y por los resplandores de la gloria de Tu rostro, que nos envíes, desde Tus aposentos de lo alto, aquello que nos haga acercarnos a Ti. Afianza, pues, nuestros pies en Tu Causa, oh mi Dios, ilumina nuestros corazones con el fulgor de Tu conocimiento y alumbra nuestros pechos con el brillo de Tus nombres.
-Bahá'u'lláhDisipa mi pena por Tu munificencia y generosidad, oh Dios, mi Dios, y destierra mi angustia mediante Tu soberanía y Tu poder. Tú me ves, oh mi Dios, con el rostro dirigido hacia Ti en un momento en que las aflicciones me han envuelto por todos lados. Te imploro, oh Tú que eres el Señor de todos los seres y cobijas a todas las cosas visibles e invisibles, por Tu Nombre, mediante el cual has dominado los corazones y las almas, y por las olas del Océano de Tu misericordia y los esplendores del Sol de Tu ge-nerosidad, que me cuentes entre aquellos a quienes absolutamente nada ha impedido que dirijan el rostro hacia Ti, oh Señor de todos los nombres y Hacedor de los cielos.
Tú ves, oh mi Señor, las cosas que me han acontecido en Tus días. Te suplico, por Aquel que es la Aurora de Tus nombres y el Punto de Amanecer de Tus atributos, que ordenes para mí lo que me permita levantarme para servirte y exaltar Tus virtudes. Tú eres, verdaderamente, el Todopoderoso, el Omnipotente, Quien acostumbra a responder a todas las oraciones.
Y, finalmente, Te pido, por la luz de Tu semblante, que bendigas mis asuntos, redimas mis deudas y satisfagas mis necesidades. Tú eres Aquel Cuyo poder y Cuyo dominio toda lengua ha atestiguado, y Cuya majestad y soberanía todo corazón comprensivo ha reconocido. No hay Dios sino Tú, Quien escucha y está dispuesto a contestar.
-Bahá'u'lláh¡Él es el Dios que escucha y que contesta las oraciones!
¡Por Tu gloria, oh Bienamado, Tú que das luz al mundo! Las llamas de la separación me han consumido y mi rebeldía me ha fundido el corazón dentro de mí. Te pido, por Tu Más Grande Nombre, oh Deseo del mundo y Bienamado de la humanidad, que concedas que la brisa de Tu inspiración sostenga mi alma, que Tu voz maravillosa llegue a mi oído, que mis ojos contemplen Tus señales y Tu luz, reveladas en las manifestaciones de Tus nombres y atributos, oh Tú en Cuya mano están todas las cosas.
Tú ves, oh Señor mi Dios, las lágrimas de Tus favorecidos derramadas a causa de su separación de Ti, y los temores de los que están dedicados a Ti en su lejanía de Tu Santa Corte. ¡Por Tu poder, que rige todas las cosas visibles e invisibles! Incumbe a Tus amados derramar lágrimas de sangre por lo que ha acontecido a los fieles a manos de los malvados y opresores de la tierra. Tú ves, oh mi Dios, cómo los impíos han cercado Tus ciudades y Tus dominios. Te pido, por Tus Mensajeros y Tus elegidos, y por Aquel por medio de Quien ha sido implantado el estandarte de Tu divina unidad entre Tus siervos, que los protejas por Tu munificencia. Tú eres, verdaderamente, el Bondadoso, el Munífico.
Te pido, además, por las suaves lluvias de Tu gracia y las olas del océano de Tu favor, que ordenes para Tus santos aquello que dé solaz a sus ojos y consuelo a sus corazones. ¡Señor! Tú ves al arrodillado ansiando levantarse para servirte, al muerto suplicando vida eterna del océano de Tu favor y deseando remontarse hacia los cielos de Tu riqueza, al forastero anhelando su hogar de gloria bajo el dosel de Tu gracia, al buscador acudiendo presuroso, por Tu merced, a la puerta de Tu munificencia, al pecador volviéndose hacia el océano de la clemencia y del perdón.
¡Por Tu soberanía, oh Tú que eres glorificado en todos los corazones! Me he vuelto hacia Ti abandonando mi propia voluntad y deseo, para que Tu santa voluntad y agrado rijan dentro de mí y me guíen de acuerdo con lo que la pluma de Tu eterno decreto ha destinado para mí. Este siervo, oh Señor, aunque impotente, se vuelve hacia el Astro de Tu Poder; aunque humillado, acude presuroso hacia la Aurora de Tu Gloria; aunque indigente, anhela el Océano de Tu Gracia. Te imploro, por Tu favor y munificencia, que no lo abandones.
Tú eres, verdaderamente, el Todopoderoso, el Perdonador, el Compasivo.
-Bahá'u'lláh¡Puro y santificado eres, oh mi Dios! Cómo ha de correr la pluma y fluir la tinta después de que han cesado las brisas del tierno afecto y han desaparecido las señales de la munificencia, cuando se ha levantado el sol de la humillación y se han desenvainado las espadas de la calamidad, cuando se han elevado los cielos del dolor, y las nubes del poder han descargado los dardos de la aflicción y las lanzas de la venganza, de tal manera que las señales de la alegría han abandonado todos los corazones, las muestras de regocijo se han borrado de todos los horizontes, se han cerrado las puertas de la esperanza, la misericordia de la brisa celestial ha dejado de soplar sobre el rosedal de la fidelidad, y el torbellino de la extinción ha sacudido el árbol de la existencia. La pluma gime, la tinta deplora su condición y la tabla está sobrecogida ante este clamor. La mente está agitada por el sabor de esta pena y este dolor, y el divino Ruiseñor clama: «¡Ay! ¡Ay por todo lo que se ha hecho que aparezca!». Y esto, oh mi Dios, no proviene sino de Tus dádivas ocultas.
-Bahá'u'lláh¡Oh Señor! Tú eres Quien disipa todas las angustias y elimina todas las aflicciones. Tú eres Quien aleja cualquier pena y libera a todo esclavo, el Redentor de toda alma. ¡Oh Señor! Redímeme por Tu misericordia y cuéntame entre aquellos siervos Tuyos que han logrado la salvación.
-El Báb¡Te imploro por Tu poder, oh mi Dios! No dejes que me asedie ningún daño a la hora de las pruebas y, en momentos de negligencia, guía mis pasos rectamente mediante Tu inspiración. Tú eres Dios; potente eres Tú para hacer lo que deseas. Nadie puede resistir Tu voluntad ni frustrar Tu propósito.
-El Báb¿Hay quien nos libre de las dificultades salvo Dios?
Di: ¡Bendito sea Dios! ¡Él es Dios! ¡Todos son Sus siervos y todos se atienen a Su mandato!
-El BábTú bien sabes, oh mi Dios, que las tribulaciones han llovido sobre mí desde todos lados y que nadie puede disiparlas ni transmutarlas sino Tú. Sé con toda seguridad, en virtud de mi amor por Ti, que jamás harás que le sobrevengan tribulaciones a ningún alma a menos que desees ensalzar su posición en Tu Paraíso Celestial, y reforzar su corazón en esta vida terrenal con el baluarte de Tu irresistible poder, para que no se sienta inclinada hacia las vanidades de este mundo. Tú sabes muy bien que, en cualquier circunstancia, yo acariciaría el recuerdo de Ti mucho más que la posesión de todo lo que existe en los cielos y en la tierra.
Fortalece mi corazón, oh mi Dios, en Tu obediencia y en Tu amor, y permite que esté desligado de la totalidad de Tus adversarios. En verdad, juro, por Tu gloria, que no anhelo nada salvo a Ti, ni deseo cosa alguna excepto Tu misericordia, ni temo otra cosa que no sea Tu justicia. Te suplico que me perdones a mí, y a quienes Tú amas, de la forma en que Tú desees. Verdaderamente, Tú eres el Todopoderoso, el Munífico.
Inmensamente por encima de toda alabanza estás Tú, oh Señor de los cielos y de la tierra. La paz sea con Tus fieles siervos y la gloria sea para Dios, Señor de todos los mundos.
-El Báb